SONIA DIAZ CORRALES: UNA MUJER DE ISLA EN ISLA.

SONIA DIAZ CORRALES: UNA MUJER DE ISLA EN ISLA.

(NOTICIAS DEL OLVIDO*eDITIONS hOY NO HE VISTO EL PARAISO, 2011)

Por Alberto Lauro

La primera vez que supe de esta poeta fue en la antología “Tertulia Poética”, publicada por la editorial Letras Cubanas en 1988 y seleccionado por Raúl Luis y José Prats Sariol. Allí ella se daba a conocer con una muestra de sus versos e incluía uno de los mejores poemas de ese libro, que me sorprendió: “Los poetas suben y bajan”. En uno de sus versos afirmaba que “los poetas son una plaga que debemos incrementar”. Y estaba fechado un 23 de febrero de 1984. Así que estamos en presencia de alguien que lleva como mínimo una relación, si comprobamos que los libros en la isla salen con tres o más años de retraso – el volumen de ensayo “Hablar de la Poesía “ de Fina García-Marrúz tardó doce años- estamos en presencia de una dama que lleva más de treinta años vinculada la poesía.

Luego la encontré en “Un grupo avanza silencioso” antología de los poetas cubanos nacidos entre 1958 y 1972, compilada por Gaspar Aguilera Díaz y publicada en la editorial de la UNAM (México en 1990) y reeditada en la Editorial Letras Cubanas en 1994. Ya por entonces había recibido distinciones en concursos como el “José María Heredia”, el “Raúl Aparicio en Cienfuegos” y ”El Caimán Barbudo”. Hasta esa fecha no había publicado libro, terminaba la nota. Nació en 1964 en Sancti Spíritus.

Luego de la diáspora a que fue sometida nuestra generación, la vuelvo a reencontrar ya no en Cuba sino en las Islas Canarias. Específicamente en Tenerife, la isla donde según Dulce María Loynaz, viviera los días más felices de su vida y a la que dedicara un libro que es una summa de la historia de todas las Canarias: “Un verano en Tenerife”. De allí me llega el poemario “Noticias del olvido”, editado en Ediciones Hoy no he visto el Paraíso (Francia, 2011). Un bello poemario que es un regalo por el contenido y la exquisita factura del mismo, con diseño, ilustraciones de Margarita García Alonso. El poemario, que en su título me recuerda el libro de cuentos de Eliseo Diego –“Noticias de la Quimera”- es un cuaderno donde la poeta sigue fiel a su estilo, que busca la esencia en el tuétano de las palabras, despojada de todo artificio, en un tono directo y confesional. Le oímos decir aquí: “Pero la vida estaba en todas partes / y no la vi / llené todo de silencio / todo de la luz agobiante y densa / del pasado”. Tal parece que es el resumen de lo que nos ha tocado vivir ya no la isla sino también en el exilio forzoso al que nos hemos visto abocados la mayoría de los escritores que hemos nacido en Cuba y tuvimos la pretensión de ser honestos con nuestras propias verdades. A este libro hay que agregar que ya ha publicado la autora los poemarios “Diario del Grumete” (1996 y 1997) y “Minotauro” (1997). Su obra en verso está antologada además de los libros antes citados en “Retrato de grupo” (1989), “Poesía infiel” (1989), “Poetas del seminario” (1992), “Mujer adentro” (2000), “Poesía cubana de los años 80” (1993), “Poesía espirituana” (1994), “Anuario de Poesía” (1994,) “Mis barcos nuevamente” (1996), “Antología de décimas Canarias-Cuba” (2000), “Todo el amor en décimas” (2000); “Puntos cardinales”, “Puente Colgante” y “Antología de poetisas cabaigüanenenses” (2000). A sus distinciones hay que agregar los premios América Bobia (1982), Bustarviejo (1993), Abel Santamaría de la Universidad Central de las Villas, así como menciones en el Concurso “13 de marzo” de la Universidad de La Habana y el “David” de la UNEAC.

Pero a su trayectoria reconocida como poeta ahora hay que agregar su debut como prosista. Y lo hace con una novela. Nada más y nada menos. “El hombre del vitral” que apareció en Canarias en 2010 en una coedición de Ediciones Idea y Ediciones Aguere. Una inusual novela en el panorama de la narrativa cubana. Cuatro personajes – Sandra, Ángel. Manuel y Alex- se enfrascan en el diseño y construcción de un vitral que deviene una metáfora. El vitral, tan bellos como son los de la catedrales, en España especialmente los de León, ya no tiene esta vez un motivo religioso sino humano. El hombre es no es creado por Dios sino por la vocación de la búsqueda de la belleza, de la verdad desde la remansada soledad de los personajes y donde Sonia Díaz Corrales demuestra el gran dominio que tiene del diálogo. Lo que es de esperar de ella que incursione en el teatro. Más cercana a la Nouvelle vague francesa, discípula tropical de Marguerite Duras, la autora huye del excesivo barroquismo de nuestros narradores para adentrarse en la psicología de los personajes. Para ello se habrá servido de su formación como psicometrista. Y eso hace de la misma un logro a la vez singular de una narradora llena de promesas y ya con este texto con pruebas evidentes de sus felices y personales hallazgos.

 

A.Lauro